Esta película es un viaje personal en el que Luis Rubilar, el Famoso Conejo, nos muestra un Valparaíso íntimo, apacible y lleno de color.
Recorriendo con su escarabajo los cerros de este puerto mágico, abre las páginas del corazón de la ciudad para liberar el paisaje y dejarlo a disposición del espectador como un regalo afectuoso de contrastes.
Este documental nace de la iniciativa de destacar el alto valor que para un sencillo habitante de Valparaíso, adquiere su ciudad y su entorno. Siempre dispuesto a mostrar con orgullo los rincones íntimos de cada calle contagiando el respeto y la admiración que él tiene por su ciudad.
Luis Rubilar es un hombre sin grandes ambiciones, que disfruta de cada vista que Valparaíso le regala y que vive la vida con altibajos como todos, impulsado por una filosofía simple y llena de significado.
Recorriendo los cerros de Valparaíso, mientras hacía algunas tomas iniciales de un documental sobre la ciudad, que siempre quise realizar, me encontré con este personaje (el famoso Conejo) que sin mediar presentación alguna, nos pusimos a conversar sobre la ciudad, proyectando de inmediato el amor que siente por su puerto y el orgullo que lo hace llevar turistas en su escarabajo, a recorrer los cerros que tanto ama.
Él representa un valor importante como el orgullo por el terruño, por el suelo que se pisa y se vive, y que tal vez muchos tengan, pero que no manifiestan con tanta claridad como Conejo.
Su sencillez ayuda a valorar más lo simple, dejando de lado cualquier prejuicio y purificando la mirada que se queda detenida en un detalle cualquiera, sin que haya prisa.
Género: Documental
Formato: Mediometraje
Protagonista: Luis Rubilar y Cecilia Corvalán
Realizador: Osvaldo Rodríguez
Música Original: Osvaldo Rodríguez
Año: 2007
Lugar: Valparaíso - Chile
Muestras en Santiago:
- Miércoles 7 de mayo, 19:00 horas, Goethe Institut, Esmeralda 650, entrada liberada.
- Lunes 12 de mayo, 19:00 horas, Cineteca Nacional, Plaza de la Ciudadanía 26, entrada liberada.
- Martes 20 de mayo, 18:00 horas, Le Monde Diplomatique, San Antonio 434, local 14, entrada liberada.
Por Remis Ramos Belmar
Semiólogo
En “Valparaíso en Escarabajo” estamos en presencia de un trabajo documental que coloca como protagonista a alguien del pueblo, alguien capaz de darnos una mirada cotidiana del entorno donde se desenvuelve su vida. Acá el documental es doble, pues a través del guía conocemos tanto su propia vida, sus pasiones y sus nostalgias como el lugar en el que vive, una ciudad a escala humana, apropiada por sus habitantes.
Un gran fuera de campo hace referencia a todos los habitantes del puerto, quienes viven y sufren en las mismas calles empinadas que se ven en el trabajo de Osvaldo Rodríguez. Basta ver una vida para verlas todas, basta ver una calle de Valparaíso para conocer todo el puerto. Sin embargo, Osvaldo es más pretencioso y nos lleva a recorrer un camino de detalles que no se pueden suponer en el relato del guía ni en la vida de una sola persona.
A poco andar nos damos cuenta que el verdadero relator es la cámara de Osvaldo que se inspira en la voz de El Conejo y en los relieves del puerto. Una escalera no es la suma de sus peldaños ni un camino que nos lleve a alguna parte. En este documental, una escalera es cada paso que da cada persona que la sube, indicándonos el esfuerzo de todos los días de todos los que la suben o bajan. Paso a paso nos damos cuenta de esa huella, de ese andar y empatizamos con el sudor de cada habitante. Asimismo, una calle no es el camino que nos lleva a casa o al trabajo. Acá una calle es la mirada hacia el futuro y el recuento del pasado, es la memoria del pueblo que sabe y sabrá reconocer su propia vida en cada vuelta.
No hay por donde perderse, nadie se pierde en esos innumerables escondrijos y recovecos que pueden ser reconocidos sólo por quienes viven allí, en tanto que para los forasteros son el reflejo de sus duras caminatas que tuvieron que realizar para saber de qué se trataba la magia del puerto principal. Todos pueden reconocer cada paso dado por la cámara de Osvaldo. Aunque no faltan imágenes panorámicas, éstas están allí sólo como referencia ilustrativa a la poesía de El Conejo.
La fuerza narrativa está en el plano detalle, en la anécdota, en la casualidad del perro durmiendo en la calle, la silla entre las casas mirando al mar, la escalera interminable e inconducente a ninguna parte, la muralla pintada, las personas tomando el sol, la gente caminando, las flores en la ventana, los ojos en los techos, los remolinos, las bajadas y subidas, las piedras de la calle, los árboles anclados al suelo como alegoría a los barcos que pasan sus horas esperando ser cargados o descargados en los molos, la concomitante coexistencia de la cárcel con el cementerio.
Los colores son la metáfora al cariño que sus habitantes tienen por el puerto, siendo excelentemente bien recogidos en cada toma, azules, amarillos, rojos, verdes, un verdadero reflejo de la diversidad de sus habitantes y la alegría del espíritu que la voz del documental enuncia como indescriptible, pero que está siendo descrita por las imágenes certeras de la cámara del realizador. Un buen complemento narrativo es la música del documental, también obra del autor. Ella nos sitúa desde el comienzo en la nostalgia del puerto, en la cadencia de un andar obligadamente tranquilo, reflexivo en la permanencia de cada paso.
La música nos conduce por la mirada del realizador, nos lleva amablemente a desear la visita a los lugares, a intentar después reconocer el recuerdo de cada imagen dejada con delicadeza en nuestra memoria.
Nos queda nada más que agradecer esta visión de nuestro amigo, este recorrido por el respeto a la emoción, el cariño y los sentimientos de lo nuestro. El documental de Osvaldo es claramente creador de identidad, un poema, un homenaje a nosotros mismos, a nuestro pueblo, al habitante de Valparaíso que hace suya la ciudad y la quiere.
Remis Ramos Belmar
Abril 2008
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