De izquierda a derecha: Carlos Müller, José Covacevic, Jorge Wong, Miguel Lawner, Hugo Gaggiero y Eduardo Bonatti, analizan el nuevo proyecto frente a la maqueta en una de las salas del edificio en desmantelamiento.
Respondiendo con gran interés en participar en esta aventurera escena del documental, acudieron a la convocatoria del director, José Covacevic y Hugo Gaggiero, dos de sus arquitectos originales; Miguel Lawner y Jorge Wong, director y Vicepresidente Ejecutivo respectivamente de la Corporación de Mejoramiento Urbano CORMU (organización encargada de la realización del proyecto original); Eduardo Bonatti, artista y a su vez encargado de coordinar y dirigir la participación de todos los artistas que aportaron sus obras al decorado y diseño del proyecto y Carlos Müller, Fiscal de la CORMU en 1972 y quien debía resolver los asuntos legales del proyecto, como las innumerables expropiaciones que fue necesario realizar.
Paulina Costa en la cámara
En pleno rodaje
Según su realizador, “esta es una de las escenas principales del documental porque une en el tiempo, la vida y la muerte del proyecto original, con sus creadores como testigos de este ciclo que vive el edificio actualmente. El nuevo proyecto no es del todo satisfactorio para ellos si consideramos que cambia totalmente la idea original y la remodelación es absoluta, pero reconocen por unanimidad que es el mejor proyecto que al menos, conserva el objetivo de constituir un centro cultural para el pueblo, tal como lo consideró Salvador Allende una vez terminada la tercera sesión de la UNCTAD en Chile”.
En un vendaval de recuerdos de lo que significó construir esta obra y en una secuencia espontánea de análisis de los alcances arquitectónicos del nuevo proyecto, estos personajes de la historia de Chile llenaron de contenido la escena, aportando un fundamental material histórico y testimonial a la película.
La filmación de esta escena fue notable por la riqueza de su contenido y por la presencia de sus creadores, quienes en una sublime procesión, recorrieron los huesos de su creación, entre escombros y restos reconocibles del esfuerzo y creatividad que pusieron al engendrarlo hace 36 años. “Mientras filmábamos, afuera de los salones se escuchaban los sonidos de las máquinas demoliendo las estructuras, cortando los fierros, hambrientas de destrucción. Fueron momentos fuertes y contradictorios”, declara Osvaldo Rodríguez, y agrega que cuando estos personajes de la historia se retiraban del edificio una vez finalizada la sesión de rodaje, uno de ellos le dice a un obrero, “demuélanlo, pero háganlo con cariño”.
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