Por su profesión, Marchant constantemente debe fotografiar edificios, tanto por su valor histórico como arquitectónico, sin embargo, a partir de este registro surge una vocación escondida que se manifiesta ahora a través de esta muestra de talleres con antiguos usos industriales en diversos lugares del país: Santiago, Los Andes, Valparaíso, Castro, Quellón, entre otros.
En su proceso creativo, Marchant mezcló fotografías unas con otras descubriendo una realidad espacial completamente distinta, realizando montajes con elementos espaciales que ha puesto en valor como indicios de formas de vida laboral y, al mismo tiempo, interviniendo cromáticamente las superficies de las fotos.
Esta construcción de imágenes complejas, en las que las fotografías se combinan con la realidad y elementos subjetivos de intervención, responde a un concepto de memoria activa de rescate de la historia urbana de nuestro país.
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